jueves, 29 de marzo de 2012

Villanos de Disney


Tras casi cien años de historia y con su primer largometraje estrenado ni más ni menos que en el ya lejano 1937 la dilatada carrera de los estudios Disney nos ha legado a lo largo de estos años cientos de historias inolvidables que permanecen y permanecerán de una manera imborrable en la mente de muchas generaciones que llevan creciendo durante todo este tiempo en los mundos de fantasía ideados por los genios de Disney.

Durante todo este tiempo ha habido historia de todos los tipos, desde historias medievales de princesas encantadas, a cuentos futuristas, pasando por aventuras y desventuras de cientos de personajes humanos o animales que nos han ido enterneciendo a lo largo de los años, pero esa serie de de historias siempre han tenido algo en común la existencia del bien y del mal. Un mal personificado en unos inolvidables villanos que quizá no adornen habitaciones o carpetas de niños y niñas, pero a muchos de los cuales se recuerda con mucho más gancho y empaque que los almibarados héroes. Desde aquí un pequeño homenaje a los eternos perdedores de Disney.

Reina mala (Blancanieves): La primera y quizá la más famosa de las villanas de Disney es la narcisista y malvada “reina mala” con la que Blancanieves rivalizaba en belleza, aunque para su famoso espejito no hubiese ni punto de comparación para exasperación de la monarca. Figura muy de actualidad debido a la triple revisión que este año se lleva en torno al cuanto de Blancanieves. Se la puede ver bajo el aspecto de Julia Roberts ya en los cines y en un futuro cercano en el de una oscura Charlize Theron y una “cañí” Maribel Verdú.


El honrado Juan (Pinocho): Personaje con aspecto de zorro que embaucaba al pobre Pinocho a fin de convertirlo a sus propósitos. Personaje, se dice, basado en los de las famosas novelas de Dickens.


Madrastra (Cenicienta): Todo un ejemplo de familia desestructurada. La pobre cenicienta tenía que ver como era tratada como a una criada mientras sus despiadadas hermanastras, confabuladas con su madrastra, llevaban una vida desahogada gracias a ella. Menos mal que en estos cuentos siempre existe un príncipe azul…


La reina corazones (Alicia en el país de las maravillas): Arriesgada propuesta de la Disney para este largometraje basado en el famoso relato de Lewis Carrol. La más malvada de estos oníricos mundos no era sino otra que la reina de corazones. Cualquiera que refutara sus alocadas ideas varía peligrar de manera inmediata su preciada cabeza.


Capitán Garfio (Peter Pan): El defensor de la inocencia y del mundo de fantasía de los niños tenía su antítesis pirata fondeada en las costas de “nunca jamás” y es que el Capitán Garfio nunca perdonará la escaramuza por la que Peter Pan lo arrojó a los hambrientos cocodrilos que finalmente hicieron realidad su nombre.


Maléfica (Bella Durmiente): Maléfica representa la eterna venganza y el orgullo. Al no ser invitada a un convite real vuelca toda su existencia a perjudicar a sus hasta entonces adorados monarcas. Esto incluye un maleficio a su primogénita que solo el amor verdadero conseguirá romper.


Cruella de Ville (101 Dálmatas): Una de las villanas favoritas de Disney. Esta mujer sin escrúpulos que anhelaba sin cesar la inmensa camada de Dálmatas, pero no precisamente por su amor a los animales…


Shere Khan (El libro de la selva): Historia también famosa, en este caso con un “guionista” tan especial como Rudyar Keepling. Shere Khan odia a la estirpe humana, a la que considera malvada por naturaleza, pro eso tiene una cruzada contra Mogwli, que pese a ser criado por la selva no deja de tener un pasado humano.


Úrsula (La sirenita): Esta inmensa bruja marítima tienta a Ariel con lo que más desea, la forma humana, pero a un coste que le va a ser muy caro de pagar a nuestra marina protagonista.

Jaffar (Aladdin): Malvado y codicioso hechicero que no acepta de buen grado la suerte que le aparece a Aladino en forma de lámpara y que hará todo lo posible por hacer con tal valioso objeto mágico.


Scar (El rey león): Tío del joven Simba que por celos y ansia de poder deja al joven huérfano y de paso a la selva sin su rey. Este asume un oscuro mandato de poder contra el que un Simba ya más crecidito tendrá que luchar.


Juez Frollo (El jorobado de Notre dame): En este caso el detonante y motivación del malvado villano no es otro que el amor. Prendado de la preciosa Esmeralda no es capaz de soportar su rechazo y transferma su vida en torno a esa enfermiza obsesión.


Capitán Rourke (Atlantis): En un principio ficticio compañero de aventuras de Milo en busca de la mitológica y anhelada Atlántida. Luego gran enemigo transformado por la codicia de las riquezas atlantes.


Gothel (Enredados): La princesa Rapunzel tiene el don de otorgar la eterna juventud con su larga melena. Sabedora de ello Gothel la rapta de bebé y la recluye en un remoto torreón a fin de poder valerse de tan preciado valor. 


lunes, 26 de marzo de 2012

Paul Newman


Hijo de una inmigrante eslovaca y de un judío americano, Paul Newman nace y crece en los suburbio de Cleveland como cualquier otro chico americano de la época. Su infancia se encuentra ligada al deporte, pues gracias a el y al trabajo de su padre en una tienda especializada el pequeño Paul crece de una manera desahogada y sin apuros económico en una época bastante difícil en los Estados Unidos, económicamente hablando.

Paul era el menor de dos hermanos, dada la rebeldía su hermano mayor Arthur, su padre tenía todas las miras y esperanzas puestas en el pequeño Paul como continuador de su fructífero negocio, pero pese a que Paul incluso estudió económicas jamás se sintió atraído por el mundo empresarial para resignación de su progenitor.

La universidad si que le dio a Paul la oportunidad de iniciarse en la interpretación (siempre de manera amateur) un gusanillo que pasó de ser su hobbie a su profesión cuando decide ingresar en el prestigioso Actor´s Studio de Nueva York.

Tras unos primeros papeles en el teatro su primera gran oportunidad en el mundo del cine viene de mano de Victor Saville en “El cáliz de plata” (1954), un drama bíblico que resultó ser un auténtico fracaso y del que Paul Newman siempre renegó, considerándola como su peor película.


Pese al fracaso las productores se fijaron en ese joven de intensa mirada azul y de rasgos apolíneos y pensaron que podría quedar perfecto como Rocky Graziano en “Marcado por el odio” (1956) de Robert Wise, la elección resultó un gran acierto y la película un éxito. Paul Newman estaba en el candelero.


Sus dos siguientes películas también resultarán claves en su vida la primera “El largo y cálido verano” (1958) de Martin Ritt le permite rodar al lado de Joanne Woodward. El flechazo es instantáneo, tanto que Paul Newman deshace un matrimonio de 10 años con Jacqueline Witte para compartir su vida con la joven y rubia actriz y la jugada parece salirle bien pues solo separan sus caminos cincuenta años más tarde con la muerte del actor en 2008, convirtiéndose en una de las parejas más longevas y queridas del viejo Hollywood.


El otro film es un clásico de Tennesse Williams, la mítica “La gata sobre el tejado de zinc” (1958), un drama sureño que eleva a lo más alto las carreras de sus dos protagonistas, Paul Newman y Liz Taylor.


Ya con el éxito asegurado Newman se embarca en un nuevo género para el: el western con un biopic sobre el famoso forajido del oeste americano William Bonney (Billy “el niño”) en “El zurdo” (1958) de Arthur Penn.


Su época más algida y exitosa, los sesenta, comienzan con Paul Newman enrolado en una superproducción de Otto Premiger, empeñado en contar el nacimiento del moderno estado de Israel en “Éxodo” (1960). Newman le da lustre a esta épica cinta, basada en los hechos llevados a cabo en 1948 que derivaron el la formación del estado israelita a modo de refugio para los miles de judíos supervivientes de la segunda guerra mundial.


Los sesenta la dan la oportunidad de reencontrarse con Tennesse Williams en “Dulce pájaro de juventud” (1962) de Richard Brooks, para protagonizar buenas cintas de intriga como “El premio” (1963) de Mark Robson, ambientado en una Suecia engalanada para otorgar los prestigiosos premios Nobel, e incluso para poder rodar al lado de un genio como Hitchcock en “Cortina rasgada” (1966).


El western también fue protagonista en esta década en la carrera de Newman protagonizó un curioso remake de “Rashomon” (1950) de Kurosawa, ambientado en el oeste (“Cuatro confesiones” [1964] de Martin Ritt), “Un hombre” (1967) también de Martin Ritt, pero sobre todo “Dos hombres y un destino” (1969) de George Roy Hill, gran éxito de pantalla que lo une por primera vez a su gran amigo Robert Redford.


Pero sin embargo en los sesenta destacan cuatro personajes míticos no solo en la excelente carrera del actor sino del cine en general. A saber: el granuja Eddie Felson en “El buscavidas” (1961) de Robert Rossen (papel que retomaría dos décadas más tarde con gran éxito), el arrogante y despiadado “Hud” (1961) de Martin Ritt, “Harper, investigador privado” (1966) de Jack Smigth, el investigador más famoso de la gran pantalla (con permiso de Holmes y Poirot) y el impulsivo y carismático Luke Jackson en “La leyenda del indomable” (1967) de Stuart Rosemberg.



Los sesenta le sirvieron también para ponerse en contacto con el mundo del automovilismo en “500 millas” (1969) de James Goldston. A raíz de este film Newman se embarcó en un proyecto que le acompañaría el resto de su vida. Una auténtica pasión por el motor que lo llevó a crear su propia escudería y a pilotar hasta una avanzada edad (siendo incluso el piloto más longevo en ganar un premio con setenta años) a más de doscientos kilómetros por hora en las pistas Nascar, participando e incontables ocasiones en prestigiosos premios como las 24 horas de Le Mans o de Daytona.


En los setenta su actividad se reduce drásticamente aun así rueda grandes títulos como “El juez y la orca” (1972) de John Huston, “Buffalo Billy los indios” (1976) de Robert Altman o “El castañazo” (1977). Sin embargo esta década siempre será recordada por “El golpe” (1973) genial historia de timadores en la que George Roy Hill lo reunía de nuevo con Robert Redford bajo una inolvidable banda sonora de J. Scott Joplin.



En los ochenta un Paul Newman cada vez más enfrascado en el mundo del motor, expande sus miras y crea “Newman´s Own” un empresa de productos ecológicos cuyos cuantiosos beneficios tienen como destino obras de caridad.


 Pese a que su vida está cada vez más alejada del mundo del celuloide los ochenta curiosamente resultan ser los años más productivos, al menos en cuanto a premios se refiere. Y es que pese a sus incontables éxitos y su incuestionable calidad interpretativa Paul Newman no contaba aun con el ansiado Oscar. Hollywood cayo en cuenta y en 1985 decidió subsanar el error otorgándole el Oscar honorífico. Pocos sabían que paradójicamente tan solo un año después un viejo “amigo” como Eddie Felson lo devolvería a la palestra con “El color del dinero” (1986) de Martin Scorsese logrando su segundo y último Oscar en este caso como mejor actor.



Los últimos años de su vida los dedicó a sus pasiones: el motor, su adorada Joanne Woodward y sus productos ecológicos dedicados a beneficencia. Eso no le impide colaborar con grandes directores contemporáneos como los hermanos Cohen en “El gran salto” (1994) o Sam Mendes en “Camino a la perdición” (2002).


Curiosamente y ya aquejado de cáncer su última participación en el mundo del cine fue como doblador en la película de “Cars” (2002) de película de animación de Pixar, ambientada en sus adoradas carreras Nascar.
 


Un buen día de otoño de 2008 en mundo conocía el fallecimiento de una de las últimas grandes estrella del Hollywood clásico. Newman fallecía en al intimidad junto a su familia y al lado de su eterna compañera Joanne Woodward.

viernes, 23 de marzo de 2012

Las cruzadas


Entendemos como cruzadas aquella serie de campañas bélicas acontecidas en plena edad media en donde se intentaba dirimir ni más ni menos que la religión imperante en el mundo civilizado. Todo ello ponía en punto de mira a Jerusalén como joya de la corona a conquerir por todo imperio dominante de la época. La ciudad santa era una y otra vez  conquistada y de manera sucesiva por los musulmanes y los cristianos que lidiaban por mantener el control de la tierra santa sin escatimar en medios económicos ni humanos.

El cine a lo largo de la historia se ha venido haciendo eco de esta serie de contiendas, aunque siempre bajo un trasfondo más de aventura o de cine de acción que uno meramente ideológico que hondase en la realidad de estas luchas.

Desde aquí un pequeño homenaje a modo de ranking sobre esta época de la historia tantas veces reflejada en el mundo del cine.

“Las cruzadas” (1935) de Cecil B. DeMille – Superproducción para la época de mano de un maestro en este tipo producciones desproporcionadas.


“Robin de los bosques” (1937) de Michael Curtiz – No basado directamente en la cruzadas en la famosa historia de Robin Hood se pueden ver claramente las reminiscencias que la contienda deja a lo largo de Europa.


“El talismán” (1954) de David Butler – Cine épica centrada en la tercera cruzada y el figura mítica del monarca británico Ricardo “corazón de león”.


“El séptimo sello” (1957) de Ingmar Bergman – Hasta un cine tan personal como fue el de Bergman aporta un título clave no solo en su filmografía sino en la historia del cine centrado en el devenir de un solitario y metafísico caballero cruzado.


“Saladino” (1963) Youseff Chahine – Visión musulmana de contienda, en este caso de la vida del gran lider Saladino. Todo ello cntado de mano de uno de los directores clavez del cine de oriente medio como es el egipcio Chahine.


“Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores”(1975) de Terry Gilliam – Alocada comedia en torno al mundo del medievo y sus famosa cruzadas de mano de los geniales Monty Pithon.


“El reino de los cielos” (2005) de Ridley Scott – Última gran superproducción en torno al mundo de las cruzadas con un gran reparto y sin reparar en medios. A parte rodada (en parte) en España.


sábado, 17 de marzo de 2012

Ciudades de cine: Nueva York


Nueva York no destila el glamour y romanticismo de París, ni la historia que tiene Londres ni siquiera los monumentos de Roma, pero sin embargo con el paso del tiempo ha conseguido posicionarse como la ciudad predilecta de muchos cineastas a la hora de filmar sus películas, convirtiéndose con ello en una especie de decorado gigante que se mimetiza en el día a día de millones de neoyorkinos, que ven como un día si y otro también cualquier rincón de la ciudad se convierte en parte de la trama de un sinfín de películas.

Desde le nacimiento del cine han sido muchos los directores que han tenido debilidad por esta ciudad a la hora de ambientar sus películas. De Nueva York se han mostrado sus comienzos y desarrollo, la época de la ley seca y del crack bursátil, sus bajos fondos, sus barrios más exclusivos, incluso se han aventurado a someterla a diferentes catástrofes o a imaginar su aspecto en tiempos futuros. Si duda Nueva York es la ciudad por excelencia dentro del cine.

Hablar de Nueva York es hablar de grandes directores que la mostraron y publicitaron al mundo, engrandeciendo aun más sus esencia con bellas películas que retrataban a la perfección el estilo de vida de los neoyorkinos. Directores como Coppola, Scorsese o Woody Allen (los dos últimos nacidos en Nueva York) que a lo largo de sus filmografías muestran distintos puntos de vista de una ciudad que les ha servido de inspiración en muchas películas; muchas de ellas grandes éxitos, no solo en sus respectivas filmografías sino del la historia del cine en general. Curiosamente en los ochenta los tres directores se unen en un curioso proyecto homenaje a la ciudad con “Historias de Nueva York” (1989), un compendio de tres historias acontecidas en la ciudad que reflejan a la perfección la visión de cada uno de ellos de esa ciudad que tanto les ha dado.


Scorsese nos ha ido relatando a lo largo de su excelente carrera la evolución de Nueva York. Resulta imprescindible resaltar el dueto formado por “La edad de la inocencia” (1993) y “Gangs of New York” (2002), que describen los albores de la gran ciudad que hoy en día contemplamos. La primera de ellas ambienta en las grandes familias de clase alta acomodadas a lo largo de las grandes avenidas de Manhattan y la segunda centrada en los bajos fondos y en la guerrilla entre bandas en un época en donde sobrevivir en zonas como Five points se antojaba cuanto menos difícil.


Scorsese también salto a la fama por sus películas urbanas ambientadas en los bajos fondos de Nueva York. Una Nueva York nocturna en donde se reúne gente de todo tipo y condición como bien puedo comprobar De Niro en una especie de trilogía dentro de las muchas colaboraciones con Scorsese. Quizá la más conocida aparición fue como Travis Bikle, el atormentado taxista de “Taxi driver” (1976), que ahogaba su angustia circulando por los bajos fondos neoyorkinos. Bajos fondos también muy bien representados en un de los primeros éxitos del director y del actor “Malas calles” (1973) o ya dentro de un ambiente musical en “New York, New York” (1977).



El otro director claramente influido por la ciudad de cristal es Woody Allen, de hecho hasta hace poco que empezó rodar en Europa, ensalzando ciudades como Londres, París, Roma o Barcelona (en agradecimiento a la buen acogida que siempre le deparó el público europeo) su gran campo de rodaje fue Nueva York. “Misterioso asesinato en Manhattan” (1993), “Hannah y sus hermanas” (1986), “Annie Hall” (1977), “Poderosa afrodita (1995), “Balas sobre Broadway” (1994)…y así podríamos seguir hasta casi completar su filmografía, pero si hemos de destacar una sobre el resto esa ha de ser “Manhattan” (1979), ese perfecto retrato en blanco y negro de una ciudad que por arte de magia (o de Woody Allen) pasa a ser más un personaje que un simple decorado en esta ya mítica película.



El tercero en discordia es Coppola con un perfecto retrato de la ciudad en los años veinte con películas como “Cotton Club” (1984), ambientada en el legendario club de Harlem y sobre todo con “El padrino II”(1974), una meticulosa ambientación de Little Italy y de la inmigración en una de sus épocas de auge.


Siguiendo la estela de los grandes directores nos damos cuenta que muchos de ellos firman grandes obras ambientadas en esta ciudad así uno de los más grandes como Kubrick, se despide del mundo del cine con “Eyes Wide shut” (1999), un thriller, que logias a parte nos muestra un Nueva York nocturno y solitario o Sergio Leone, también a modo de despedida lejos de sus reconocidos spaghetti western, rueda en los ochenta “Érase un vez en América”(1984), en donde al igual que Scorsese o Coppola, nos muestra la evolución de esta gran ciudad. Una película callejera que sigue la evolución  de los pandilleros hijos de emigrantes recién llegados a Manhattan, personajes que con el tiempo se convertirían en piezas clave de los bajos fondos durante la famosa ley seca.


 Sin embargo Nueva York trasciende mucho más allá del buen hacer de un puñado de directores, que bien por comodidad o bien por embelesamiento recurren a ella a la hora de sacar a delante sus películas. Nueva York es la ciudad en la que Spiderman surca su famoso skyline, es la ciudad en donde un inmenso simio llamado “King Kong” (1933) decide convertir a un edificio como el Empire State building en un icono por un simple acto de amor o en donde Marilyn Monroe echa a volar su blanco vestido con la corriente del metro en una de sus escenas más recordadas e imitadas en “La tentación vive arriba” (1955) de Wilder.


Nueva York es una ciudad romántica quien no recuerda a una resacosa Audrey Hepburn desayunando un cruasán delante de la famosa Tiffany´s, mientras Manhattan amanecía, a unos jóvenes Robert Redford y Jane Fonda paseando su amor por Nueva York en “Descalzos por el parque” (1967) de Gene Saks o a Cary Grant y Deborah Kerr quedando para la posteridad en la azotea de Empire State building en una de las citas más recordadas y lloradas por muchos de los cinéfilos en “Tu y yo” (1957) de Leo McCarey.


 

La gran manzana es sinónimo de éxito, nos preguntamos que sería del cine de Spike Lee sin el barrio de Brooklyn, tantas veces retratado en sus películas, como le iría la carrera Dustin Hoffman si no llega a aceptar el papel de Rizzo en “Cowboy de medianoche” (1967) o si “West side story”(1961) lograría ese incontestable éxito (con diez Oscars) con esa adaptación de “Romeo y Julieta” a la Nueva Jersey de los años cincuenta.


De Nueva York se han mostrado hasta sus museos. “Noche en el museo” (2006) en el Museo de historia natural o las famosas persecuciones en las famosas escaleras helicoidales de Frank Lloyd Wright del Museo Guggenheim de nueva York de un sinfín de películas como por ejemplo “The internacional”(2009) de Tom Tykwer.


De todos modos no todos los directores parecen adorar tanto la gran ciudad. Han sido muchos de ellos lo que la han sometido distintas catástrofes desde invasiones de monstruos mutantes como en “Godzilla” (1998) de Roland Emmerich a cambios climáticos como “El día de mañana” (2004) o futuros apocalípticos como la famosísima escena, estatua de libertad por medio, de “El planeta de los simios” (1968) de Franklin J. Schaffner.



Lo que está claro es que la ciudad se ha convertido en todo un referente cinematográfico, que ha conseguido impulsar el turismo de la ciudad hasta cotas insospechadas, siendo uno de los destino preferidos a la hora de viajar en todo el mundo. Que mejor manera de despedir el post que con este cinematográfico homenaje que circula por la red.