jueves, 1 de marzo de 2012

Christopher Plummer


Lejos de las grandes premiados y del glamour de la alfombra roja la pasada gala de los Oscar nos deparó algo que a mi al menos me llamó la atención y es que el veterano Christopher Plummer recibía el Oscar al mejor actor de reparto a los 82 por "Begginers” de Mike Mills (convirtiéndose en el actor más longevo en recibir el galardón hasta la fecha) y es que es curioso porque precisamente Plummer recibía su primera nominación a Oscar tan solo dos años atrás con su Tolstoi de “La última estación” (2009) de Michael Hoffman. Con reconocimientos de este calibre quién quiere jubilarse…


Christopher Plummer nace en Canadá al finalizar la década de los años veinte. Su vida iba encaminada hacia la música, pero un buen día le pica el gusanillo de la interpretación y decide volcar todo su talento a algo que lo motiva y le gusta verdaderamente.

Empieza su carrera con papeles de poca monta (aun así consigue aparecer en el elenco de estrella de “La caída del imperio romano” [1964] de Anthony Mann). Su gran oportunidad le llega de mano de uno de los musicales más famosos y premiados: el famoso capitán Von Trapp de “Sonrisas y lágrimas” (1965) de Robert Wise.


Aprovecha el rotundo éxito de la película para poder afianzarse en Hollywood. En años venideros se le puede ver especializándose en película de carácter bélico (“La noche de los generales [1966] de Anatole Litvak, “La batalla de Inglaterra” [1969] de Guy Hamilton o “Waterloo” [1970] de Serguei Bondarchuk) .


Los setenta viene marcados por dos éxitos: la carismática “El regreso de la pantera rosa” (1975) de Blake Edwards y sobre todo “El hombre que pudo reinar” (1975) de John Huston, como Ruyard Kipling.


En su madurez se le puede ver siempre como un impecable secundario en cintas de más o menos renombre. Así aparece en “Malcolm X” (1992) de Spike Lee, “Lobo” (1994) de Mike Nichols, “Doce monos” (1995) de Terry Gilliam o la más reciente “Una mente maravillosa” (2001) de Ron Howard.

Trabajador incansable y gran amante de su trabajo sigue apareciendo de manera incesable tanto en trabajo para televisión como para la gran pantalla. Hasta que cuando menos lo esperaba y de manera insospechada recibe el reconocimiento a ese esfuerzo y trabajo constante con dos nominaciones (de la que se deriva el citado Oscar) por dos trabajos impecables. Todo un ejemplo de perseverancia y amor por una profesión que finalmente le supo devolver toda su dedicación, y es que más vale tarde que nunca.

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